Siempre he asegurado que en Europa hay hombres guapos por doquier. En el viejo continente, desde el carnicero (¡bombón!) hasta el simple cartero (¡guapo!), son unas bellezas. Sin olvidar a los plomeros (¡bizcochos!) o los obreros que repavimentan las calles, musculosos italianos, que invaden las aceras de Milano.
Pues hoy por las pésimas condiciones de las calles de esta ciudad, que por cierto cada día está más deteriorada gracias a los malos gobiernos que van y vienen, mi compacto sufrió la ponchadura de una llanta, razón por la que tuve que correr a una vulcanizadora y ¡Oh, sorpresa!. Idiotizada quedé cuando el individuo que atiende me dejó boquiabierta..... un cuerpazo de no ma...., alto, lampiño y una cara de cualquier carpintero polanco de un barrio nice de Varsovia.
Pero, de espaldas me fui cuando me explica los por menores de la llanta, super propio y con un léxico de universitario. Y letrado, porque lee a Bukowski, ¿cómo lo sé? ahh... pues había un libro sobre una de esas tantas llantas y parte de la conversación se centró en ello. Entonces mi mente se puso a trabajar y concluyó:
1) este wey se hace el intelectualoide,
2) sabe que está guapo y quiere ligar a todas las chavas que vienen, o
3) esto de parchar llantas es un hobby para este wey.
La verdad, no quise averiguarlo, aunque fuerte fue la tentación, y más cuando confirmé su gusto por Bukowski y el flirteo llegó al grado que no me cobró por reparar la llanta y sólo dijo: "vuelve pronto, aunque sea para echarle aire a la llanta de auto".
Chicas, si su curiosidad es tan grande como mi asombro pueden encontrarlo en Puente de la Morena.
Pues hoy por las pésimas condiciones de las calles de esta ciudad, que por cierto cada día está más deteriorada gracias a los malos gobiernos que van y vienen, mi compacto sufrió la ponchadura de una llanta, razón por la que tuve que correr a una vulcanizadora y ¡Oh, sorpresa!. Idiotizada quedé cuando el individuo que atiende me dejó boquiabierta..... un cuerpazo de no ma...., alto, lampiño y una cara de cualquier carpintero polanco de un barrio nice de Varsovia.
Pero, de espaldas me fui cuando me explica los por menores de la llanta, super propio y con un léxico de universitario. Y letrado, porque lee a Bukowski, ¿cómo lo sé? ahh... pues había un libro sobre una de esas tantas llantas y parte de la conversación se centró en ello. Entonces mi mente se puso a trabajar y concluyó:
1) este wey se hace el intelectualoide,
2) sabe que está guapo y quiere ligar a todas las chavas que vienen, o
3) esto de parchar llantas es un hobby para este wey.
La verdad, no quise averiguarlo, aunque fuerte fue la tentación, y más cuando confirmé su gusto por Bukowski y el flirteo llegó al grado que no me cobró por reparar la llanta y sólo dijo: "vuelve pronto, aunque sea para echarle aire a la llanta de auto".
Chicas, si su curiosidad es tan grande como mi asombro pueden encontrarlo en Puente de la Morena.
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