¡Ni casado, ni del trabajo! No lo dije ni una, ni dos veces, lo dije miles. Y acepto abiertamente que me gusta un wey casado y que coqueteó con él, pero él también el coquetea conmingo. No sabia su situación marital y no me estoy justificando. Lo supe dos meses después de que decidí emprender la caza. Y fue por mera casualidad, por mera observación en una junta de oficina, "el anillo, en la mano y en el dedo" que socialmente etiqueta a un casado. En ese momento me senti como decepcionada, desinteresada y frustrada. Lo que cambió, cuando el wey se interesaba en mis comentarios, sugerencias y quejas. Y me miraba, pero evadía la mía. Entonces, la emoción de la caza volvió a mi.
Creo que a los dos nos excita emocionalmente esta situación. Los dos tenemos ganas de besarnos en alguno de los cuatro elevadores del edificio, en alguna esquina de un privado, en la terraza de mi piso o del suyo, en el estacionamiento o en donde está el café. Ganas de tener ondas, solo por una vez, solo por saber, solo por sentir, solo por terminar la caza.
En la mente de cada uno quedará quien fue el cazador y quien la presa.
Creo que a los dos nos excita emocionalmente esta situación. Los dos tenemos ganas de besarnos en alguno de los cuatro elevadores del edificio, en alguna esquina de un privado, en la terraza de mi piso o del suyo, en el estacionamiento o en donde está el café. Ganas de tener ondas, solo por una vez, solo por saber, solo por sentir, solo por terminar la caza.
En la mente de cada uno quedará quien fue el cazador y quien la presa.
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